Movimiento dogma

Movimiento dogma
En los años 90, surgió una corriente que intentó volver al cine tradicional y romper con toda la hegemonía establecida por Hollywood, el Dogma 95.

Movimiento dogma

Si hay algo que todas las corrientes artísticas tienen en común es que sirven como reflejo de lo que se manifiesta en la sociedad del momento. A lo largo de la historia, ha habido muchos y diferentes movimientos de vanguardia que sirvieron como vía de escape para mostrar una visión diferente de todos aquellos valores que prevalecían. Una de estas corrientes es el Dogma 95, que fue un punto de inflexión en todo lo que se concibió como cine.

Es innegable que Hollywood domina el cine. Aunque para algunos es algo amargo reconocerlo, el séptimo arte es una industria que bebe de su apoyo económico. Esto no significa que un gran desembolso garantice una buena película, pero sí que el éxito de la industria está ligado a la promoción de esa obra. Tener un actor reconocido, invertir en publicidad o contratar a los mejores técnicos del momento son los elementos por los que apuestan las productoras. Independientemente de que el producto final sea satisfactorio o no, los ingredientes deben ser los adecuados para que esa película se convierta en un éxito de ventas.

Sin embargo, a veces también se pueden encontrar joyas que escapan a todas esas convenciones. En los años 90, la democratización de los medios de comunicación para la realización de películas también dio lugar a un mayor número de productos de directores independientes, que no necesitaban un gran presupuesto para crear sus obras. Pensemos en Reservoir Dogs, una película cuya trama principal se desarrolla en una sola etapa.

Para su primer largometraje, Tarantino tomó muchos rasgos de la Nouvelle Vague defendida por los cineastas franceses a mediados del siglo XX. De estos mismos valores se nutrirá también otra corriente aparecida en 1995 por Lars von Trier y Thomas Vinterberg, Dogma 95.

Orígenes del Movimiento dogma

Al igual que François Truffaut o Jean-Luc Godard en Francia, en Dinamarca también se debía cultivar un sentimiento de ruptura con los cánones establecidos por la industria cinematográfica de la época.

El momento elegido para inaugurar Dogma 95 no fue elegido al azar. En 1995 se celebró el centenario del séptimo arte, 100 años después de que los hermanos Lumière hicieran su primera proyección, ocasión que no fue aprovechada por Lars von Trier para leer un discurso sobre dicha celebración, sino para inaugurar ante el mundo entero la vanguardia que trataría de romper los pilares sobre los que se sustentan las producciones de Hollywood.

Así, el director danés leyó lo que ellos mismos llamaron el "Manifiesto del Dogma 95", una serie de reglas a seguir para crear una obra que se adaptara a las exigencias de esta nueva forma de hacer cine.

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